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Soy Hermelanda Santiago García, estudiante de la licenciatura en Administración y Desarrollo Sustentable del octavo semestre. Hablante de la lengua zapoteca y originaria de la comunidad de San Jacinto Yaveloxi, perteneciente al municipio y distrito de Santiago Choápam, Oaxaca, en la región del Papaloapan.


A dos meses y 15 días después de la suspensión de clases provocada por la pandemia del COVID-19. Mis días han sido felices y a la vez preocupante; en mi vida académica y comunitaria.
Feliz de estar en casa con mi familia y comunidad, realizando distintas actividades en el hogar y en el campo.
Preocupante, porque recibir clases virtuales me ha resultado complicado. Estar en un asentamiento donde el acceso al internet es escaso, las descargas eléctricas son diarias, las lluvias son constantes… recibir clases de esta manera no es fácil y más en comunidad donde no se cuenta con la infraestructura suficiente para dar seguimiento académico.
Me cuesta adaptarme a esta nueva manera de aprender, pero, lo acepto como un nuevo reto al que debo enfrentarme y sobresalir, a pesar de diversas dificultades. Puesto que no soy la única persona que vive esta situación, sino todo el mundo, en nuestro país, estado, región y por supuesto en las comunidades.
Mi preocupación comunitaria (como lo menciono al inicio), comenzó a finales de marzo cuando se realizó una asamblea comunitaria para informar a la población, sobre la pandemia, este tema no fue relevante, porque las personas estaban entretenidas con un conflicto municipal que no les permitió ver con mayor claridad esta situación.
Después de un periodo, la situación en el estado cambio y esto ayudo a que los pobladores cambiaran de opinión e iniciaron a tomar medidas de seguridad que aplican internamente en la comunidad.
Medidas, que día a día empeoraron el contexto, ya que muchos productos alimenticios y de salud escasearon (frijol, arroz, tomate, alcohol, algodón, etc.), generando polémica entre las personas.
Además, no todos estaban de acuerdo en permanecer encerrados en casa, por el trabajo del campo que realizan diariamente, por ende, solo las reuniones, convivencias, salidas a las ciudades o comunidades vecinas están prohibidas.
Por otra parte, dialogando con mis familiares y algunas personas de la comunidad, ven lo importante que es sembrar nuestros propios alimentos y esto me llena de mucha esperanza y energía, porque, a partir de lo que se está viviendo en el país, nos damos cuenta de muchas realidades que están afectando la salud, educación, economía de nuestro país y nos lleva a reflexionar en las mejoras que necesitamos realizar para tener un mundo mejor.
Ante esto, pienso que esta pandemia, no solo traerá malos momentos sino, esperanza y buenas vibras para VALORAR LA VIDA y lo que nos rodea porque LA VIDA ES CORTA y el trabajo, el poder, los bienes materiales son cosas TEMPORALES.

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